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miércoles, 6 de mayo de 2009

Sevilla 2 - Real Madrid 4

Raúl González no cesa. El Madrid de la fe inquebrantable tiene el espíritu de su capitán, que marcó tres goles en Nervión para dar un golpe en el campeonato y colocar al Madrid a sólo cuatro del Barcelona. El más listo representa la ambición de un equipo que es fiel reflejo de su escudo. Raúl dio una orden en el Sánchez Pizjuán y 'su' Madrid ganó una batalla primordial para pelear de verdad por esta Liga.
El Sevilla salió derrotado de un encuentro con la verdad por delante, de los que descubren futbolistas. Raúl respondió como siempre. El Madrid se escudó en un Lass imperial y en un muro alemán llamado Metzelder para dar la vuelta a un encuentro que se escapó a la lógica inicial. El arranque del Sevilla, según mandan los cánones, se perdió con el paso del tiempo. Los de Juande fueron progresando, golpearon y salieron triunfantes.
El Sevilla se perdió con el paso del tiempo; el Madrid, hizo lo contrario
Sorprendió Jiménez apostando por Perotti en el costado, un acierto. El argentino, una piedra preciosa, desquició a Ramos, el único del Madrid que no dio la talla que sí dio su equipo. Perotti, con recursos en sus dos piernas, le dio un soberano baño al sevillano por la banda. Siempre le ganó la espalda, siempre cumplió su misión. El Sevilla tiró del tesoro que tuvo en ese territorio.
El Madrid salió a esperar y sufrió las intenciones nervionenses cimentadas en lo que el Sevilla ganó por su parcela izquierda. Como no podía ser de otra manera, desde allí nació el primero. Fernando Navarro se incorporó al ataque y sacó un servicio medido a la cabeza de Renato. El brasileño dirigió el testarazo donde no llegan los porteros, ni Casillas, y aterrorizó al Madrid. Los blancos tardaron en solventar el problema. El fútbol brilló por su ausencia. El Madrid no encontró a Guti y se sostuvo pensando en el tiempo.
El Sevilla, sin explicación, se difuminó y el Madrid encontró su rumbo pasada la media hora de partido. Los de Juande se instalaron ganando confianza en la retaguardia. Lass, la aspiradora hecha futbolista, tuvo un trabajo extra que siempre solucionó. Y perdonó el Madrid, y eso sí que fue noticia. Lo hizo Higuaín por dos veces. El argentino incorporó al equipo una chispa que era inexistente para, primero, toparse con Palop y, más tarde, mandar su intención a la derecha de la portería sevillista.
El Real se escapa de la lógica, algo que se reflejó en el 1-1. Metzelder hizo de extremo
Al filo del descanso, apareció Raúl. Nadie contaba con él, sólo Raúl González Blanco. Es lo que tiene el capitán, el que nunca desfallece. El Madrid pisoteó la lógica para colocar un golpe sicológico en la cara del Sevilla. Metzelder apareció de extremo, se marchó por velocidad y sirvió al área chica. Allí, surgió la bota de Raúl para empatar el partido. Tras el paso por vestuarios, los merengues siguieron progresando.
El Madrid se adaptó mejor a una situación que no controló el Sevilla, desgastado y sin fe, algo que sobraba en el bando contrario. Raúl firmó la condena nervionense manifestándose dentro del área. Centró Miguel Torres, el cuero lo tocó Renato y el '7' la mandó a las redes. Un toque sutil y mortal, una especialidad de la casa.
Al pie del cañón
Tres minutos después, Raúl completó su lección en el remate inteligente. Palop le concedió la muestra al madridista. El valenciano no atrapó un centro desde la derecha y, al pie del cañón, surgió, por tercera vez, Raúl González. El Sevilla ya conocía la sentencia negativa para sus intereses.
Sergio Ramos, a falta de diez para el final, creó una esperanza en Nervión. El sevillano esperó el cuero en el área chica y Capel, despierto, no desaprovechó el regalo de su amigo. Las falsas ilusiones acabaron con el gol de Marcelo y el pitido final. El Madrid se pone a cuatro con el Clásico a la vuelta de la esquina, el más decisivo en mucho tiempo. Raúl y el Real Madrid sólo piensan en la victoria final.

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